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Es una ocasión dijo Juan Pablo II del beato cura Brochero: “Cuando sea santo será el Cura de Ars de la Argentina”. En estas páginas, Esteban Felgueras nos hace próxima la vida y obra de este cura cordobés que, avanzado el siglo XIX y perdido en un pueblo llamado Villa del Tránsito, construyó allí un enorme edificio para que su gente hiciera los Ejercicios Espirituales. Miles de metros cuadrados cubiertos, paredes de adobe de cincuenta centímetros, dos mil postes de álamo para sostener los techos: todo eso levantando con su trabajo y de la gente, acarreando troncos con mulas y fabricando ladrillos frente a la iglesia. Allí Brochero lograba juntar 900 hombres para encerrarlos durante nueve días de oración.

Al mismo tiempo se preocupaba por la promoción de la zona. Con sus propios brazos y la colaboración de la gente trazó el camino del oeste cordobés, que une Soto de Villa Dolores. Se interesó también en los sistemas de riego e impulsó producciones locales que podían dar fuentes de trabajo y de ingresos a los pobladores. En los últimos años de su vida, el ferrocarril que uniera los pueblos de la zona se convirtió en su idea fija, que nunca vio realizada.

Lo dicho basta y sobra para demostrar que el santo cura Brochero es una figura relevante en el panorama argentino de  la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. Pero queda en pie un interrogante: ¿fue un santo? Siga adelante, lector; y, cuando termine, usted dirá si José Gabriel Brochero fue o no un santo.

Páginas: 260

Formato: 22 x 15 cm

El Santo cura Brochero (Esteban Felgueras)

$16.600
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Es una ocasión dijo Juan Pablo II del beato cura Brochero: “Cuando sea santo será el Cura de Ars de la Argentina”. En estas páginas, Esteban Felgueras nos hace próxima la vida y obra de este cura cordobés que, avanzado el siglo XIX y perdido en un pueblo llamado Villa del Tránsito, construyó allí un enorme edificio para que su gente hiciera los Ejercicios Espirituales. Miles de metros cuadrados cubiertos, paredes de adobe de cincuenta centímetros, dos mil postes de álamo para sostener los techos: todo eso levantando con su trabajo y de la gente, acarreando troncos con mulas y fabricando ladrillos frente a la iglesia. Allí Brochero lograba juntar 900 hombres para encerrarlos durante nueve días de oración.

Al mismo tiempo se preocupaba por la promoción de la zona. Con sus propios brazos y la colaboración de la gente trazó el camino del oeste cordobés, que une Soto de Villa Dolores. Se interesó también en los sistemas de riego e impulsó producciones locales que podían dar fuentes de trabajo y de ingresos a los pobladores. En los últimos años de su vida, el ferrocarril que uniera los pueblos de la zona se convirtió en su idea fija, que nunca vio realizada.

Lo dicho basta y sobra para demostrar que el santo cura Brochero es una figura relevante en el panorama argentino de  la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. Pero queda en pie un interrogante: ¿fue un santo? Siga adelante, lector; y, cuando termine, usted dirá si José Gabriel Brochero fue o no un santo.

Páginas: 260

Formato: 22 x 15 cm